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La vida en tiempos de pandemia

 

Como vivimos una época en la que esto nos ha puesto de cabeza, es lógico no saber cómo manejar el asunto, a pesar de contar con los avances de la ciencia que poco ha servido para frenar los masivos contagios de lo que se conoce como “Coronavirus” o “Covid19” como le llamaron después al virus. Estamos al año desde que esto atacó América y desde entonces, su propagación ha ido en aumento en vez de contenerse. ¿Y por qué? Porque la gente irresponsable no quiere dejar el estilo de vida con el que ha vivido su día a día. No quieren dejar de reunirse, no quieren dejar de ir a fiestas, a partidos de fútbol, al cine o teatro. No quieren dejar de comer en la calle, ni ir de compras a las tiendas, no quieren acatar lo que es el “distanciamiento físico” se niegan a depender de la mascarilla al salir a la calle y creen que si abusan del gel antibacterial se les van a deshacer las manos. En fin, nadie más que el mismo ser humano ha sido el responsable de los contagios y muertes de otros, ¿y qué hacer ante esto? Muchos países optaron por el confinamiento o cuarentena.

En el 2020 supimos lo que era vivir encerrados y aprender a economizar la comida en casa porque al menos en Honduras, se nos prohibió la libre circulación al mismo tiempo, que el comercio entero fue obligado a cerrar sus puertas y por ende, a que la economía del país se fuera a pique. El país cerró fronteras y vuelos y prohibió el transporte terrestre público. Los centros educativos también debieron cerrar y la educación virtual sustituyó las clases presenciales, tanto en kínderes, escuelas primarias, secundarias y centros universitarios, tanto públicos como privados. Muchas empresas y pequeños negocios cerraron, siendo que los empleados fueran despedidos y así, la ola del desempleo terminó de fregar al pueblo, a uno que de por sí se moría de hambre, con esto, se terminaron de morir y las empresas que aún se mantienen en pie, están laborando a medio vapor y los empleados se presentan a laborar por horas y por días y el que tiene enfermedad de base, labora desde su casa y para supuestamente seguir conteniendo los contagios, se decretó el toque de queda que prohibía salir después de las nueve de la noche. Por desgracia, la idea dio poco resultado y al creer que se avecinaba una hambruna, la mayoría de las personas con el recurso, se volcó a los supermercados a comprar en exceso jabones, geles, papel sanitario y abarrotes enlatados como si fueran a encerrarse en un bunker para ya nunca más salir. En Honduras debimos salir únicamente con la terminación del dígito de la identidad nacional, sólo así se podía ingresar a los supermercados, farmacias y bancos, siendo que las enormes filas eran interminables y el asunto se tornara verdaderamente molesto. La gente se desmayaba por el calor no por tener el virus, esto empezó a ser una locura y poco a poco las cosas se salieron de control por tanta especulación y la misma realidad. El virus no fue contenido como se esperaba y las personas contagiadas comenzaron a morir, unas tras otras y así el terror comenzó, no sólo aquí sino en todo el mundo donde el asunto se propagó de manera exponencial y como nadie nunca se imaginó.

En Honduras, la paciente “cero” en Tegucigalpa, (o el primer caso del que se supo) fue a principios de Marzo del 2020 donde una mujer embarazada proveniente de España (supuestamente sana) llegó a una colonia de la capital, donde fue recibida por su familia y amigos y cuatro días después resultó que tenía el virus y aquí comenzó el macaneo en Tegucigalpa. En San Pedro Sula, dicen que fue un coreano llegado y en el municipio de Villanueva, Cortés (que fue el primero en dar a conocer el primer caso en su región) dijo que el contagio comenzó por un pastor evangélico que llegó de Italia y al que la congregación recibió con un culto en la iglesia. La mujer de Tegucigalpa y su bebé sobrevivieron, del coreano no volví a saber pero estaba grave y el pastor si fue prácticamente el primer fallecido por el virus, aquí fue donde realmente comenzó el “apocalipsis” para Honduras. En el departamento de Colón, dicen que fue una mujer de etnia garífuna llegada de Nueva York la que contagio a las personas allá cuando la recibieron y de ese grupo de personas (que fueron puestas en cuarentena) dicen que se escaparon tres y que por mar llegaron a una zona atlántica llamada “Sambo Creek” (o Corozal, ya no recuerdo donde exactamente) el caso es que saltaron a esto que se conoce como los “morenales” y de allí, a la ciudad puerto de La Ceiba, en fin… fue de este modo como el Covid se metió a Honduras y desde entonces, los contagios y fallecidos aumentan cada día más y peor fue, cuando nos azotaron Eta e Iota en Noviembre pasado afectando la zona norte y para colmo, en las navidades se suspendieron los toques de queda siendo que las personas salieran a la calle como “burro sin mecate” sin restricción y sin medidas y ahora en Enero las consecuencias son fatales porque los hospitales están verdaderamente colapsados. Son muchos los caídos, no sólo ciudadanos comunes sino médicos y enfermeras en primera línea, al igual que polícias y bomberos que acuden a su deber y periodistas que están allí, exponiéndose para llevar la noticia. El Covid obliga a tener conciencia y a cuidarse uno más, sin embargo, la gente no hace caso, son más burros que los burros, andan en la calle como si nada, no dejan de hacer fiestas, ni de ir a la playa, no entienden que su inmadurez y estupidez y falta de cerebro, está matando a los demás. Los médicos ruegan a la población no salir si no es necesario porque ellos ya no pueden con esto y tienen toda la razón y lo que más me indigna como hondureña, es que tenemos el espejo de otros países del primer mundo que también están ahogados y con miles de muertos en la lista y miles de contagiados a cuestas, pero es que hay cada pendejo que se cree que es de acero y que no le va a pasar nada y anda en la calle provocando a sus anchas. Me sorprende ver cómo existe gente que a estas alturas no cree en la enfermedad y es algo que enfurece. He tenido parientes y conocidos que se contagiaron sin saber cómo y más de alguno pasó la más amarga experiencia en un hospital y ellos dan fe de lo terrible que es esto. Con las personas que he hablado (a distancia obvio) y han pasado por esto dicen que es horrible la sola idea de saberse positivo porque no sabían si iban a sobrevivir o no. Un primo mío por la rama materna murió a consecuencia de esto en Nueva York así que no es ningún juego.

Desde que esto inició, yo he sido obediente y Dios es testigo de mi encierro y de mi distanciamiento físico y social (las dos cosas) tengo más de un año de no ver parientes y de no recibir a nadie, de hecho, a mí la pandemia no me ha afectado tanto en el sentido de que como nunca he sido sociable, la paso bien estando sola, siempre tengo cosas que hacer y si salgo, lo hago con todas las medidas encima, poco me falta salir como Darth Vader, en serio, pero es ese exceso de cuidado a mi persona que me abre sin chistar las puertas del comercio a dónde voy porque cuidándome yo, cuido a los demás. Tomar distancia, llevar siempre el gel (siempre lo he usado) y no quitarse para nada la mascarilla es lo principal, (usar también careta y lentes) no llevo ninguna alhaja y cubro mi pelo con un pañuelo, ya al llegar a casa es otro ritual del que ya me acostumbré porque aunque antes lo hacía siempre, ahora lo hago con más ahínco.

Los psicólogos están cargados de casos con personas depresivas, agresivas y sí, por desgracia el encierro ha aumentado la ansiedad y los suicidios porque la mayoría de las personas son lo que se conoce como “pata de chucho” o sea que no viven si no están en la calle, no pueden estar encerrados, se ahogan en su propia casa y por eso es que también los casos de violencia doméstica han ido en aumento. Es a raíz de esta pandemia que la gente a aprendido a conocerse y muchos negocios, a darse cuenta que no son los mejores porque son los primeros que se les obliga a cerrar para evitar la aglomeración de personas, como los gimnasios, discotecas, clubes nocturnos y restaurantes, aunque estos últimos pueden laborar únicamente con servicio a domicilio, pero el golpe es el mismo; laborar al 50% no sostiene un negocio y si cierra totalmente, menos. Yo no estoy de acuerdo con un nuevo cierre de la economía durante el día porque es necesaria pero sí a que se vuelva a la circulación por dígito porque es demasiado relajo en la calle y nadie respeta nada. Lo que las autoridades están haciendo es imponer una multa y castigo a los infractores, pero por desgracia la gente no aprende. Ahora el escándalo de las dichosas vacunas abre una ventana a la esperanza y muchos piensan que al vacunarse es que se van a volver inmunes y seguirán en su relajo. ¿De verdad piensan que la vacuna es la “cura”?

No quiero ser pesimista ni echarles a perder el ánimo pero ¿ya se les olvidó la trama de aquella película de “Soy Leyenda”? ¿O el “Residente Maldito”? Como fanática de los X-Men hay un capítulo que habla sobre una “cura” para los que quieren dejar de ser mutantes, ¿y qué pasa? Resulta que “Ángel” el mutante alado, se somete al procedimiento y lo que la supuesta cura hizo fue acelerarle el proceso de mutación y alterar dichos genes, transformándolo en otro tipo de mutante cuyo cuerpo le quedó marcado y las alas de plumas se le transformaron en cuchillas letales. ¿Entonces se curó? Literalmente fue peor la medicina que la enfermedad como dice el dicho. ¿Ya lo pensó alguien con respecto a la vacuna? ¿Ya pensó alguien si un apocalipsis zombi está a las puertas? ¿Ya pensaste si a la larga esa “vacuna” va a alterar el organismo del individuo? Yo no confío en eso y demás está decir que yo soy de las que no piensa vacunarse, mi confianza está en Dios que me ha guardado y no en el hombre, porque ha sido el mismo hombre el creador de las enfermedades por pasar experimentando y creerse que puede manipular todo lo que le venga en gana. Por desgracia algunos tienen mucha suerte y es injusto que personas inocentes tengan que pagar.

Por lo pronto toca seguir “aprendiendo a vivir” con esto, no hay de otra, la responsabilidad es de uno mismo y no estar atenidos a la espera de la dichosa vacuna y creer que después de eso se va a seguir con la vida loca porque lo único que esto está generando, son ganancias millonarias para las farmacéuticas que las están distribuyendo y más borregos que van a caer redonditos con el cuento. Esto puede no ser el fin, si después de dos o tres años de las vacunas no pasa nada pues es que si sirvieron pero yo no seré “chivo expiatorio” de una prueba que ya a dejado uno que otro difunto luego de la aplicación.

Tu vida es tu responsabilidad, te cuidas tú y también cuidas a los demás. No hay que bajar la guardia porque esto va para largo y aprender a vivir así es un proceso que requiere toda la paciencia que posiblemente no tenemos y a la que debemos apelar. Soñamos con volver a la vida anterior, a volver a abrazarnos, a volver a viajar, a volver a la playa y a comer en un picnic. Soñamos con que esto termine y todo se restablezca. Tengamos en cuenta que el 2021 puede ser un año de victoria contra la enfermedad o también puede ser un año, en donde inicie el verdadero apocalipsis y el fin del mundo esté a las puertas. Piénsalo.

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