Quiero decirles que…
Soy generación retro.
Anoche me preguntaba una
nena sobre lo que eran los VHS y cómo se utilizaban y para qué servían, eso me
sirvió para rememorar lo que fue mi infancia y el caparazón en el que a veces
debía encerrarme para escapar de una realidad que preferiría no recordar.
Soy de esa generación
orgullosamente ochentera y noventera que disfrutó programas de televisión que
todavía valía la pena mirar. Crecí con los Picapiedra y los Supersónicos, con
la Liga de la Justicia, con el Capitán América, con He-Man y She-Ra, los
Thundercats, Birdman y el trío Galaxia, don Gato y su pandilla, Tom y Jerry, la
Pantera Rosa, Scooby Doo, Pato Aventuras, el inspector Gadget, la Fuerza G, los
X-Men, el Hombre Araña y todas esas caricaturas entrañables que por desgracia
ya no se ven y hasta los Power Ranger (los primeros) se fueron en la colada
porque me gustaban (me gustaba el chico de rojo). Era amante de un canal
mexicano que se llamaba XHGC porque en los ochentas tenía buena programación y
en el Canal de las Estrellas recuerdo que ningún domingo me perdía “En familia
con Chabelo” y en los canales locales jamás faltó “El chavo del 8” y ya en los
noventas cuando se tenía acceso a los canales españoles no me perdía el
divertidísimo “Juego de la Oca” o a Willy Fog, ni a la tierna “Aldea del Arce” “Érase
una vez la vida” o “Érase una vez el hombre” bendita programación educativa.
Soy de esa generación donde
había más inocencia antes de que las buenas caricaturas fueran sustituidas por
estupideces y la programación se volviera basura. Alcancé tener a un “Atari” y me
gustaba jugar ping-pong o con una extraña nave que más parecía araña lanzando
bolitas a otras para hacerse camino por el espacio. Luego llegó el “Nintendo” y
Súper Mario Bros y La leyenda de Zelda, junto con un juego de pistoleros del
oeste a quienes debías matar (nótese que la inocencia empezaba a desaparecer
¿Cuál era el gusto de matar bandidos? Pues eso, matarlos) junto con un juego de
tiro al blanco y su pistola donde un perro espantaba unos patos y a cazarlos, (la verdad yo
omitía esos juegos) luego llegó el Nintendo 64 y la animación obvio era mejor. Pero
quiero enfocarme en el VHS.
Debo decir que también
alcancé el “Betamax” que fue el antecesor. Fue allí donde miré por primera vez “La
Dama y el Vagabundo” y el cuento de navidad de Mickey de Disney (obvio en
inglés) y otras películas de la colección de mi papá a quien no le faltaba las
de Simbad o las de Bruce Lee. Con la llegada del VHS se sintió la vida mejor y
para quienes no sepan lo que es, se trataba de un aparato más o menos del
tamaño de un CPU en donde se metían “cassettes” del tamaño de una libreta
conteniendo las películas, porque como sus siglas lo dicen (Video Home System) era un sistema de
grabación y reproducción para uso doméstico y vaya que a mí me obsesionó el
aparato. Soy de esa generación que corría los fines de semana a un “blockbuster”
o vídeo club donde las películas se alquilaban en estos casettes y luego había
que devolverlas, podías alquilarlas por uno o dos o tres días pero luego
devolverlas, así era la membresía. De pequeña hice que mi papá se registrara en
varios (porque no todos tenían buenas películas) y allá por 1990 yo quería
tener a la Sirenita, a Blanca Nieves, a Cenicienta y a veces era difícil
encontrarlas, ¿y qué hizo mi papá? Para evitarse el gasto de estar alquilando películas
se consiguió otro VHS y las películas alquiladas las grababa en otros cassettes
en blanco para así tenerlas en casa y verlas cuando uno quisiera porque eso sí se
podía, teniendo dos aparatos de VHS uno reproducía y el otro grababa y fue así
como me hice de mis películas, La Bella Durmiente, La Bella y la Bestia,
Aladino, El Rey León, Pocahontas etc… Luego ya adolescente nos reuníamos entre
amigos un sábado por la tarde y junto con las películas alquiladas, sodas y
palomitas nos poníamos a verlas y a disfrutar un buen tiempo. Hablábamos y
compartíamos impresiones PERSONALMENTE no a través de celulares como ahora.
Otra cosa con el VHS era
que también podías grabar directamente de un canal de televisión o dejar
programado el aparato para que grabara, fue así como grabé a Jem and the
Holograms (mi obsesión de niña) a Lady Oscar, a los caballeros del Zodiaco (no
soy de anime pero estos me encantaron) y hasta uno que otro final de telenovela
le grabé a mi mamá y documentales del Discovery a mi papá. Teníamos películas
de Cantinflas y de Pedro Infante y me hice de mis favoritas como La máscara del
Zorro, el Hombre de la Máscara de Hierro o Titanic.
Ahora el VHS es sólo un
recuerdo, el aparato está ahí para ser exhibido en un museo porque cuando se le
dañaba el “cabezal” hasta ahí llegaba, era algo delicado, al igual que los
cassettes, ahora están llenos de moho, es lo malo de las cintas, no perduran y
con el tiempo se arruinan dañándose a su vez la grabación, así que todo es
ahora puros recuerdos.
Así como el “Long Play” y
sus discos de vinilo y las radio grabadoras y sus cassettes con música también
fueron sustituidos por equipos de sonidos con discos compactos, así mismo el
VHS llegó a su fin con la llegada del DVD, los videoclubs cerraron y esa
maravillosa época pasó a la historia. Puede que todo sea más fácil pero no
menos delicado, el caso es que los ochenteros y noventeros vivimos una época
privilegiada, donde la música todavía era música, donde todavía se podía
disfrutar las caricaturas clásicas favoritas y en donde valía la pena pagar un
sistema de cable por tener buena programación no la basura que tenemos ahora en
donde televisión y “música” van en decadencia.
¿Eres de la maravillosa generación
retro? ¿Extrañas tu infancia? Cuéntame tu historia.
Me identifiqué con tu post, me gustó, un gran saludo desde Lima
ResponderEliminarHola Sunset, me alegra que te gustara, gracias por comentar. Abrazos hasta Lima.
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